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Ensayo

Rever Limite

Por Saulo Pereira de Mello

«Vis superba formae»
Goethe
(Maximen und Reflexionen, 362)

LIMITE tiene un prólogo, una secuencia inicial clave, una situación trágica expuesta por dicha secuencia, un tema que queda claro y tres historias que son el desarrollo de este tema – con retornos rítmicos a esa situación – un clímax, un resultado y un epílogo.

El prólogo, una secuencia fuera de la diégesis de la película, se estructura alrededor de una imagen que es fundamental para Limite – una protoimagen, elemental, generadora de todas las otras: la mujer y las manos esposadas en primer plano. La sucesión de las imágenes que Limite es, es una metamorfosis de esa protoimagen, una alegoría del tema.

El tema, que se presenta en el prólogo mediante la protoimagen, consiste en la esencial limitación humana, la sed de infinito y su clamor contra el trágico choque entre esta sed y su propia limitación esencial y también las trágicas consecuencias de este choque: derrota, frustración, desesperación, fuga y muerte: subtemas de Limite.

La secuencia inicial expone la situación y los personajes: tres náufragos, dos mujeres y un hombre, abandonados en una barca perdida en el océano, se cuentan mutuamente sus historias. En esta secuencia, que es clave para Limite, el tema general de la película está corporificado en imágenes de la diégesis, el ritmo, la cadencia, el estilo formal y técnico de la concepción de la imagen, la dirección y la atmósfera de Limite va a ser formalmente, como película, lo que se anuncia en esta secuencia. En ella ya se percibe claramente la presencia de la tragedia y la inminencia de la muerte: la tempestad que vendrá está en el aire, tensa y trágica, percibida a través del sombrío balanceo de la barca y del cabello que el viento despeina. Todo es trágico en esta barca que vemos por primera vez con sus personajes andrajosos: la línea del horizonte, los bordes de la barca, los rostros inertes y el desespero de los personajes en su trágica y triste inmovilidad. En los rostros casi tapados por el cabello, está la extraña calma del desespero de saber lo inútil que es luchar, porque luchar es luchar contra un universo infinito cuya presencia se siente en la línea del horizonte. Los personajes en cuyos rostros vemos el tema trágico de la película son más que singularidades psicológicas, son personas con una historia. No son más que uno, no son más que las determinaciones del humano encerrado dentro de los límites de su propia existencia finita que simboliza el espacio restringido de la barca. Es allí, en la barca, donde tiene lugar la tragedia de Limite, es allí donde se encuentra el trágico presente y se espera el terrible futuro; ahí es donde tiene lugar la acción real; ahí es donde convergen los personajes y el resultado de las tres historias, la cuales modifican, aclaran y explican la situación en la barca. Es en ella donde las historias son contadas y su narración nos va revelando la inmensa tragedia de esas vidas y de la propia existencia humana.

Las tres historias son el cuerpo de la película. Todas son historias de decepción, frustración, derrota y huida, decadencia, muerte y desespero, de lucha contra cadenas, restricciones, limitaciones impuestas al afán del hombre por la libertad infinita. Expresan, amplían y desarrollan el tema en el estilo técnico formal de la secuencia inicial. Todas las imágenes de estas historias de hilo narrativo muy frágil y tenue son como metamorfosis de las imágenes del prólogo. Se estructuran más en función de un sentido simbólico que en función de un hilo narrativo, generando una historia en el sentido clásico. Sus significados, su ritmo, encuadre, comportamiento de los actores, ángulos, están determinados mucho más por esta intención simbólica que por el interés narrativo. Limite no narra o narra poco. De hecho, enfatiza y re-enfatiza, afirma y reafirma, reitera siempre y obsesivamente la protoimagen. Pero no en una repetición pura y simple: reafirma, re-enfatiza y reitera la alegoría del límite en sucesivas y elaboradas imágenes metamórficas: puertas, ventanas, rejas, línea del horizonte, muro, cercas, ruinas. Siempre hay un obstáculo entre la cámara y la escena vista, los radios de una rueda de carroza, árboles, timones y hélices, siempre el cercamiento presente. Las historias organizadas en función de esta intención, de este descubrimiento de la alegoría del «Límite» también se estructuran de una manera cada vez más larga, más elaborada, más compleja: la de Olga es más corta, más simple, menos complicada; la de Raúl es más larga, más complicada, mucho más elaborada.

En ellas siempre vemos, con creciente complejidad, la misma reiteración de las restricciones de la prisión, del límite que desencadena la fuga, el andar obsesivo, la convergencia en la barca – escenario real de esta tragedia cósmica. La barca es la realidad de Limite. Con cada historia regresan a la barca, todo confluye en ella desesperada y tranquilamente; el ritmo, la desesperanza, los malos augurios, el destino trágico de los personajes vencidos por la propia limitación de la existencia, confluyen en el espacio restringido y trágico de la barca, que se vuelve cada vez más sofocante y desesperadora, un microcosmos limitado. Todo empeora, todo es más trágico, todo es más desesperado con cada regreso. Sentimos cada vez más cerca el desenlace. Ahí radica la grandeza de Limite como película y como obra de arte: ésta no sería más que una colección de símbolos obvios y pretenciosos, si no fuera por la forma en que se realizan las imágenes – la dirección – y la forma en que se estructuran – el montaje. Y la realización que hace Limite.

El clímax de la película se produce hacia el final de la historia de Raul, la cual es la más extensa y elaborada de Limite: es un largo paneo sobre el cielo, sobre el arco del mundo, un movimiento circular e inusual de cámara a lo largo del meridiano celeste; la cámara que, saliendo del pie embarrado de Raul, desesperado y tembloroso de tanto caminar y huir de su propio destino limitado y cruel, trepa por el paisaje desolado y recorre lentamente un cielo blanco, tan blanco que es como una cúpula, una cúpula sofocante, en un movimiento circular meridiano, de duración saturante, y finalmente desciende, atravesando de nuevo el paisaje, hasta la mano del propio Raul, incrustada en la arena como una garra. Esta imagen esencialmente dinámica, que sólo tiene su sentido pleno dentro de una sucesión de imágenes a las que está orgánicamente ligada, se opone totalmente al carácter espacial y plástico de la imagen de la que deriva y de la cual es metamorfosis: la mujer y las manos esposadas, es su máxima elaboración, es el desenlace de esa imagen alegórica. La metamorfosis de la alegoría en símbolo, de la imagen estática en imagen dinámica, de la imagen aislada, válida en sí misma, en una imagen ligada visceralmente a todas las que ya pasaron. Es en este momento que Limite se revela en su sentido y en la intimidad del espectador. Es en este momento cuando sentimos dolorosamente todo el sentido profundo, emocional, todo el pathos de la película y su significado; tenemos, en estado puro, presente y concreto, la emoción vivida, intensa y sorprendente, conmovedora e inquietante, de nuestra propia y esencial trágica limitación. Entonces nos hacemos conscientes de que somos prisioneros de nuestra propia corporeidad finita e insatisfactoria. En esa mano clavada en la tierra vemos con terrible claridad, la expresión de nuestra sed de infinito derrotada, una derrota cósmica y universal, y que llena todo el universo con su clamor y angustia. Ese cielo infinito es una cúpula, una barrera que la mano del hombre no logra agarrar. La disolvencia de esta mano con la tumba, donde tuvo lugar la dramática escena de Raul y que desencadena su fuga, es simbólica: sitúa la presencia de la muerte que será enfatizada por la sucesión de cruces. Evocan el destino fúnebre del paisaje y de la película; del universo y de la inutilidad de la fuga. Al final, estamos nuevamente en la barca: hay una sensación de desgracia inminente en la atmósfera de profunda desolación y tristeza.

El desenlace es la tempestad que es el resultado de esa sensación de desgracia inminente, una sensación que no ha dejado de acumularse en la barca con cada retorno y que, ahora, se vuelve inevitable y fatal. La secuencia de la tempestad que sigue, «resuelve» la película, temática y formalmente. Temáticamente porque provoca el desenlace, esperado todo el tiempo, y que finalmente sentimos que es inevitable. Formalmente porque, con el aluvión de tomas con montaje rápido que se yuxtaponen en un crescendo, se rompe el ritmo espaciado y la cadencia lenta que hacían cada vez más angustiosa la película.

Una de las características fundamentales de Limite es este vínculo completo entre el fondo y la forma. El tema y toda la progresión de las imágenes a través del montaje convergen en la tempestad. Tras el gran paneo meridiano -clímax de la película- la situación de la barca es insoportable: todo está en el aire en suspensión, todo, todo ya está dicho, todo ya se ha vivido, todo ya se ha realizado, todo lo que queda es esperado casi con impaciencia, el desenlace, la única solución para lo que no se tiene solución: la muerte, que es la tempestad. Lo sentimos claramente, ahora; ella está presente a lo largo de la película como la tragedia por venir. Ella se manifestaba en el viento que sopla en todos las historias, que azota la hierba, que impide que Raúl encienda un cigarrillo, que despeina sus cabellos, que agita la ropa, que golpea las puertas, ahora está presente en toda su grandeza y furia. Proviene de la línea del horizonte, símbolo de limitación y desesperanza, y resuelve, a través de la muerte, la situación y, a través del ritmo, el montaje.

El epílogo llega con el final de la tempestad: es un regreso a la calma; pero es, bajo esa calma, un lento y triste lamento sobre la derrota humana. Olga, agarrada a los restos de la barca, se disuelve lentamente en el mar. El insólito retorno de la protoimagen como alegoría de la limitación en medio de estas tristes imágenes realistas, reapareciendo con trágico significado, finalmente revela por completo el significado de la película, la cual ahora es un símbolo de limitación. Limite logra lo que es, para Goethe, el objetivo de la poesía: representar lo universal en lo particular. Sabemos ahora lo que es Limite, lo sentimos ahora, con profunda y trágica emoción, y más allá de la razón.

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